miércoles, 8 de mayo de 2019

FE Y SUCEDÁNEOS


Su fe religiosa, nunca demasiado sólida, recibió su definitivo golpe de gracia –y nunca mejor dicho- cuando la iglesia en la que rezaba sustituyó las velas de cera que encendía a la vez que hacía una modesta limosna fueron sustituidas por una suerte de velas eléctricas. El cambio era eficiente en términos económicos, pues al hacer la iluminación más limpia y barata suponía una mejora tanto técnica como económica, pero para él rezar ante esas velas no era lo mismo, por mucho que la resistencia eléctrica se hubiese diseñado para remedar las fluctuaciones de la luz de una vela de verdad, no era lo mismo. Como ha señalado Jiménez Lozano si se quiere que los ojos de un icono le devuelvan a uno la mirada, le reconforten y le escuchen, cualquier iluminación no vale.

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