miércoles, 17 de febrero de 2021

LA CONDICIÓN HUMANA

 En su VI Tesis sobre Feuerbach, Marx dice:

la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales”

O sea que la existencia social concreta de cada individuo define su particular modo de ser, o sea su particular tipo o concreción de la esencia humana que es. Cierto. Como sabemos por los llamados "niños selváticos", aquellos que por diversas razones crecieron en "sociedades animales" sin contacto con otros humanos, sin relaciones sociales interhumanas por tanto, y que, luego, fueron hallados  e insertados contra su voluntad en  sociedades humanas, su integración en las mismas, su humanidad siempre quedó lisiada, coja. Nunca les pareció completa a las gentes de de esas sociedades. Sí, eran humanos...pero de "otra manera". No como ellos. Para Marx ello era lo natural. Su naturaleza humana , en su realidad, era diferente pues sus relaciones sociales habían sido muy diferentes.
 
Pero la implicación de todo ello es obvia. Como individuos, somos, en cada sociedad, y en sentido muy real, desiguales los unos para con los otros  pese a lo similares o parecidos que seamos en nuestras necesidades y deseos, no en abstracto, en eso que grandilocuentemente llamamos "naturaleza humana", sino en la realidad de lo concreto,  pues nuestras relaciones sociales son distintas desde el mismo momento en que nacemos en "sociedades familiares distintas". Y, también como individuos concretos,  somos de distinta naturaleza y condición conforme las relaciones sociales en que vivimos o nos viven cambian en el curso del tiempo para cada quien. 
 
Cierto es que ese "distanciamiento"  de nuestra naturaleza tal cual es es gradual. Todos quienes viven en una determinada época, en un determinado espacio, en un determinado entramado social, comparten muchas relaciones sociales, y por ello mismo, tienen una similar naturaleza. Se pueden entender.
 
Y es que, fuera del hecho de definir la naturaleza o la esencia humana por el patrón común antropológico de ser seres sociales, cada modo de sociabilidad se convierte o da lugar a  un tipo sustancialmente distinto de ser humano. No era la misma concreta naturaleza humana la de los hombres que pintaron Altamira o la de los bosquimanos que vivían libres y sueltos en el Kalahari todavía unas pocas décadas atrás que los que vivieron en la República romana o en la Atenas de Pericles o nosotros ahora. Ni lo eran tampoco los del mundo feudal ni los del mundo capitalista que le sucedió. Y hoy no somos iguales, no somos de la misma naturaleza, no tenemos la misma esencia concreta pese a la homogeneidad asociada a la globalización, nosotros, las gentes de Europa ni las que viven en  la China, pues como uno comprueba vez tras vez nuestras relaciones sociales son distintas. 

Y por ello, ¡cuán importante es elegir el medio social en que se desenvuelven nuestras vidas! Conforme, por desidia o por interés económico, permitimos que la lógica del mercado, la lógica capitalista, defina nuestras vidas sociales, ello no sólo nos da riquezas materiales sino que cambia incesantemente nuestra naturaleza. ¿En qué dirección? En la de hacerla más y más interesada y egoísta y competitiva. Dicho de otra manera, somos enteramente responsables de nuestra esencial naturaleza, por lo que debiéramos tener cuidado, mucho cuidado, en cuidar de las formas y los fondos de nuestras relaciones sociales para no acabar creando auténticos monstruos, como me da que estamos haciendo.

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