jueves, 25 de agosto de 2022

DAR LAS GRACIAS

Lo correcto, eso es obvio, es dar las gracias siempre por parte de quien  haya de darlas. Lo correcto, también parece obvio, es que quien las recibe las acepte. Lo que no parece estar tan claro en estos tiempos de degeneración de los usos lingüísticos es cómo hacerlo, o sea, cómo dar las gracias y cómo recibirlas.

Curiosamente, esta dificultad parece afectar mucho más a quiénes reciben las gracias que a quienes los otorgan. En efecto, no hace mucho tiempo, lo habitual es que cuando uno daba las gracias, quien la recibía, cortésmente respondía con un "no hay de qué" que servía no sólo como "acuse de recibo" por parte del agradecido del agradecimiento del receptor de sus favores, sino también como una declaración de principios en la que el agradecido, minusvalorando el valor de los favores prestados, buscaba situarse con esta fórmula lingüística  al mismo nivel, en el mismo plano, que el del beneficiario de sus favores impidiendo así que estos -los favores- implicasen o pudirsee entenderse como una política o una maniobra del benefactor para "ponerse por encima"del beneficiado.

Hoy cada vez se oye menos ese "no hay de qué". Nunca en la televisión o en la radio. En estos medios de comunicación la respuesta a las gracias que un entrevistado recibe por parte de su entrevsitador nunca es un "no hay de qué" sea cuál sea la causa que motiva esas gracias.

 No la respuesta habitual a unas gracias es también unas gracias. La desaparición del "no hay de qué" nítidamente  trasluce que el entrevistado está tan contento porque  hayan contado con él en un medio de comunicación, que no es él quien presta un favor o un servicio al medio de comunicación,dando su opinión o narrando un acontecimiento o lo que sea haya motivado la entrevista, sino que, a la inversa, es el medio quien le hace un favor al entrevistado permitiendo que se hinche un poquito más aún su vanidad.     

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