jueves, 6 de enero de 2022

LA VEJEZ Y SUS MISERIAS

 Cuando uno se hace viejo, y aunque no esté decididamente enfermo, uno descubre que su cuerpo le va imponiendo cambios más o menos perceptibles en su conducta cotidiana que señalan a las claras que el tiempo de las despreocupaciones y los excesos ya ha pasado. Son de sobra conocidos, y no merece por ello extenderse mucho  en ellos:  ya no se duerme tan bien como antes tras una noche de fiesta, ya no se digieren como antes las carnes, los alcoholes y otras drogas, ya no se suben las escaleras tan ligero como antes.

Los cambios, las restricciones, que la edad impone al alma son más sutiles, e incluso a veces quizás menos agresivos o limitantes. Pero también los hay. Leí hace tiempo una frase de Thornton Wilder que de modo conciso y certero los cuenta: 

"Al niño le gusta pelear, al joven le gustan las mujeres y al viejo le gusta el dinero"

Y sí. Acierta de pleno. Conforme han ido pasando los años más me he dado cuenta de que las gentes, cuando se hace viejas, lo que no siempre coincide con que su cuerpo también se les ha hecho viejo, dejan de desear cosas tangibles para pasar a preferir acumular lo más abstracto: el dinero, el puro poder de compra,  el puro poder para comprar, aunque por ello mismo nunca lo utilicen para comprar nada concreto o aunque ya no puedan comprar con eĺ nada que pueda satisfacer a sus maltrechos cuerpos o almas que ya no están sino para sopitas calientes, mesa camilla y pastllero.  

Hasta tal punto he observado lo que Wilder me enseñó a observar que ya cada vez que descubro a alguien, a un conocido,  que disfruta no con nada sino con tener la posibilidad de tener, que lo he somatizado como se dice hoy, y huelo en él ese acre olor de la vejez que no hay agua de colonia o perfume que lo pueda sofocar. 

 Y, entonces, ¿no es acaso curioso el que para muchos sea precisamente la acumulación de riqueza, el dinero que se guarda porque ya no se puede gastar, una de las más evidentes miserias de la vejez?


No hay comentarios:

Publicar un comentario

De las edades para el amor y el odio

 Es muy frecuente que las buenas gentes, ésas repletas de buenas intenciones, convengan en señalar que el tiempo nada puede contra las emoci...