Me da que de jóvenes, el pastel es el sexo, y el amor la guinda que puede o no coronarlo. De viejos, por contra, el amor es el pastel, y el sexo, la guinda
ZALEOS.
Apuntes desordenados para Lucas
sábado, 11 de octubre de 2025
martes, 9 de septiembre de 2025
Mujeres y política
Siempre me ha hecho gracia ese gusto o preferencia por la distinción en las formas que parece tienen las mujeres. Consideran -o eso dicen y manifiestan, que vaya usted a saber si es verdad - que el que una vaya con el mismo vestido que otra a un festejo de alguna manera lo devalúa, que es de mala suerte. Se trata de una manifestación poco peligrosa de la vanidad personal comparada con la agresividad consustancial de la expresión de la vanidad típica masculina que, no obstante, si fuera cierta, si fuera cierta en un sentido esencial, casi biológico, no dejaría de tener resonancias políticas de calado.
Josep Pla dijo una vez que "las señoras de Occidente no podían resistir que en las poblaciones comunistas no existan escaparates". Leí también en "La invención del futuro" de Denis Gabor acerca de la ingeniosa política que Siemens llevó a cabo para hacer que los hombres de una zona del Cáucaso alejada de los intercambios mercantiles y por lo tanto, donde poco se usaba del dinero, aceptasen meterse en una mina a cambio de un salario fue poniendo unas tiendas de ropa moda en los pueblos de la zona: sus mujeres necesitaban de dinero
El comunismo, o por no ir tan lejos, el decrecimiento que hoy empieza a plantearse como política a seguir ante el desastre ecológico requieren cierta uniformidad que chocaría radicalmente con esa aparente preferencia femenina por la variedad, por la distinción formal. Mal la irían las cosas, pues, a unas políticas que chocasen con los gustos de más de la mitad de la población
miércoles, 3 de septiembre de 2025
Alejamiento
Lo que te separa irremediablemente de otro, lo que crea un abismo que te aleja infranqueablemente de él no son, en el fondo, sus ideas más profundas, sus preferencias más íntimas, sus actitudes éticas o morales sino lo más superficial, sus formas y comportamientos casi anecdóticos, aquellos que le salen casi sin darse cuenta, sin pensarlo. Yo, por ejemplo, no es imposible que pudiera llevarme aceptablemente bien con un votante de VOX -me ha ocurrido- e, incluso, con un islamista pese a que en nada comulgo con sus "ideas" si no dirigiesen a su perro como si fuese una persona, respetase las colas, si su voz no invadiese el especio sonoro compartido, si no tuviese el síndrome del chalet adosado y pusiese su toalla junto a la tuya en una playa vacía, su se comportase como si supiese que lo que es común no es que no sea de nadie sino que es de todos,...Sí, lo más profundo es la piel, como decía Paul Valery. Y frente al juicio de la piel nada puede la razón
LO QUE NOS HACE HUMANOS
Que si bipedalismo, que si el pulgar oponible, que si el cocinar los alimentos, que si la capacidad de lanzar objetos, que si el arte, que si...No faltan comportamientos o rasgos anatómicos que, no observándose en nuestros "primos" primates, nos separen de ellos y no le sirvan a algún autor para urdir alguna "just so story" que explique el porqué los humanos somos humanos.
Yo también tengo una hipótesis explicativa. La mía, que no da origen a ninguna historia causal que lleve del antepasado común con bonobos y chimpancés al ser humano, es más simple que cualquiera otra. Mi idea es que el ser humano aparece fehacientemente en el mismo y preciso momento en que hubo un homínido que se4 suicidó.
Es el suicido lo que nos hace auténticamente humanos pues el suicida no sólo "peca" contra la "ley de Dios" y manifiesta su autonomía frente a él, sino que también "peca" contra la "ley de la Naturaleza", la ley que obliga a todos los seres vivos a luchar por su supervivencia. Sólo los seres humanos se suicidan.
Obviamente no cualquier suicidio certifica la humanidad dado que en la naturaleza es posible encontrar comportamientos suicidas de progenitores que sed arriesgan a morir o mueren efectivamente para favorecer la vida de sus crías. Sólo el suicidio inútil, instrumentalmente irracional, absurdo , es el que es el dador de humanidad
domingo, 5 de enero de 2025
De las edades para el amor y el odio
Es muy frecuente que las buenas gentes, ésas repletas de buenas intenciones, convengan en señalar que el tiempo nada puede contra las emociones, que estas, que como formas del espíritu que son, mueven (de ahí lo de e-moción) a los cuerpos hacia su objetos, están por ello al margen del tiempo al menos -claro está- mientras los cuerpos acojan o sean habitados por el espíritu, o sea, al menos mientras el "alzheimer" u otro de esos males no haga de las suyas y eche de su casa corporal al espíritu que hasta entonces la habitaba. Que el tiempo nada puede contra el alma y sí lo puede todo contra el cuerpo.
Pero no es así. Al igual que el cuerpo envejece con el paso del tiempo, el tiempo afecta a las emociones. Y es lógico y natural. Y es que, por definición, las emociones requieren, exigen, de su realización, de su cumplimiento, de que el cuerpo se mueva y las haga realidad. La emoción del amor exige para su cumplimiento "mover" a los cuerpos de modo que estos hagan el amor. Y, es obvio, con el tiempo ese concreto "hacer"· se hace más y más difícil aún con la ayuda de la química. Cosas, maldiciones, de la biología. No es por tanto nada extraño ni antinatural que el tiempo del amor sea el de la juventud, el tiempo en que nada le cuesta al cuerpo, sino todo lo contrario, hacer esa emoción, llevarla a cabo, hacer el amor.
Por contra, la emoción antitética del amor, el odio, no está sujeta -al menos en el mismo grado- a una limitación biológica similar. Dejarse llevar por el odio, "hacer" el odio, es algo que puede llevarse a cabo de viejo sin demasiado problema. Por ello no es nada extraño que sea esta, el odio, la emoción típica y característica de la vejez. Como sin emociones no se puede vivir, la dificultad creciente en hacer el amor con el paso del tiempo obliga inexorablemente a que la cuota o porcentaje de la emoción opuesta, el odio, aumente entre los viejos pues hacer el odio sigue siendo fácil. No hay en ello nada premeditado o consciente: sencillamente sucede que es cada vez más fácil odiar para un cuerpo conforme está más cansado y agotado.
Sólo en las películas y cuentos infantiles uno se encuentra con viejos cariñosos y amables. Lo que sí los vemos por ahí, por las calles, son los viejos energuménicos y gritones, aquellos que, incapaces de hacer el amor, siempre dispuestos a "hacer" su odio, por ejemplo, contra Pedro Sánchez al extremo de poner en riesgo sus vidas
jueves, 21 de noviembre de 2024
Suspender
A lo largo de estos ya demasiados años en el oficio de docente se me han ido viniendo a las mientes algunas "verdades" que, paradójicamente, no lo son para la mayoría de las gentes. Una de ellas, y a la que quiero referirme aquí, se refiere al descuidado pero importantísimo papel que, en la formación del carácter, tiene el que los docentes suspendan a sus alumnos...incluso inmerecidamente (dentro de ciertos límites, claro está)
En efecto: Aunque en estos días el "suspender" esté socialmente mal visto, hasta el extremo de llegar a dar por un hecho cierto la más que curiosa "tesis" de que la existencia de alumnos suspendidos sólo es muestra evidente de la incapacidad del docente, de modo que lo que sucede realmente cuando un profesor suspende a un alumno es que quien está suspendiendo es el profesor, lo cierto es que cuando un profesor suspende a un alumno -merecida o inmerecidamente- lo que está sucediendo es que el profesor - un "otro"- está cuestionando las ideas, opiniones, creencias, que constituyen o definen o conforman el "yo" del estudiante o alumno..., críticas, que tiene por obligación que aceptar o "tragar".
Pues bien. A lo largo de los años he observado que nadie que no haya sido enseñado a recibir críticas en su proceso de formación, o sea, nadie que no haya sido suspendido, sabe cómo encajar críticas. Ocurre así que la inmensa mayoría de quienes no han pasado por un proceso educativo, por lo que nunca han sido suspendidos, es capaz de tomarse una crítica por lo que realmente es, o sea, cómo un cuestionamiento de la eficacia o la idoneidad del comportamiento o de las ideas que uno tiene (un asunto técnico por tanto) con vistas a su ulterior mejora, sino como un atentado en tosa regla a la Esencia o Identidad de "uno mismo". En consecuencia, los que han sido suspendidos son más capaces de aceptar las críticas y por ende variar y acomodar su comportamiento, o sea, son más eficientes, que quienes al no haber sido nunca suspendidos se toman toda crítica malamente , empecinándose en su mal comportamiento por mor de defender su "dañada" identidad.
viernes, 5 de julio de 2024
Sobre la eutanasia y los "creyentes"
Cada vez me resultan más cargantes los llamados "creyentes". No soporto esa mezcla de estupidez e irracionalidad con ese aire de superioridad moral de la que hacen gala. Tomemos, por ejemplo, su reacción en el caso de la eutanasia, del suicidio asistido, al que los médicos creyentes se niegan a asistir por razones morales, o sea, por su conciencia de superioridad moral como creyentes.
Pero bueno. ¿De qué va esta tontería? ¿De dónde surge esa su actitud ante el suicidio? Veamos. Si esta pandilla de vagos moralizantes fuese sincera y creyese realmente en sus creencias debería suicidarse en masa para así llegar cuanto antes a su objetivo último: estar en presencia de "su" señor para disfrutar de lo que "allí arriba", en el "más allá" o en "el Cielo" se pueda disfrutar. Pero no. Les entra canguelo ante la idea de ser consistentes con sus creencias, y suicidarse. Te dicen entonces que no, que no hay que tener prisa en acercarse al "señor", que suicidarse está mal porque la vida que un suicida se quita no es suya sino del "señor", incluso aunque el suicida no se crea la historia del "señor". Y claro, la implicación es obvia: nada de eutanasia. Nada de ayudar a otros cuya vida aquí y ahora es una tortura sin solución de continuidad.,
Pero, ¡qué estupidez es esa! ¿Por qué su "señor" habría de castigar a quienes quisiesen acercársele a "él" cuanto antes usando del suicidio como método más rápido y seguro? No hay ninguna razón dentro de sus coordenadas mentales. Impedir el suicidio de los creyentes sólo lo haría, por cierto, un auténtico "señor" hijoputa y rastrero pues resulta obvio que cuanto más uno viva en este mundo terrenal mayores serán las probabilidades de que acabe pecando gravemente (cometa alguno de esos pecados llamados mortales) y aumente sus posibilidades de acabar no en el "cielo" sino en el "infierno" soportando penurias y castigos dolores toda la Eternidad. Es decir que la estrategia del suicidio es sin duda para cualquier creyente la mejor de las estrategias para no pecar, por lo que prohibirla es lógicamente, un incentivo a cometer pecados.
Lo dicho. Abomino de los "creyentes". Individuos irracionales que se las dan de bondadosos. Mala gente realmente.
Sexo y amor, ¿el pastel y la guinda?
Me da que de jóvenes, el pastel es el sexo, y el amor la guinda que puede o no coronarlo. De viejos, por contra, el amor es el pastel, y el ...
-
Es muy frecuente que las buenas gentes, ésas repletas de buenas intenciones, convengan en señalar que el tiempo nada puede contra las emoci...
-
A lo largo de estos ya demasiados años en el oficio de docente se me han ido viniendo a las mientes algunas "verdades" que, para...
-
Siempre me ha hecho gracia ese gusto o preferencia por la distinción en las formas que parece tienen las mujeres. Consideran -o eso dicen ...