Leyendo
El
mundo de Odiseo
de M.I.Finley uno se tropieza, una vez más, con el bajo aprecio que
las sociedades precapitalistas han tenido por la figura del
comerciante. Esto no puede sino chocar de modo especial con todos
aquelloos que han aprendido de Adam Smith acerca de las virtudes no
sólo económicas, sino también cívicas, de intercambio, lo cual
debería obviamente conducir al respeto por quienes se encargan de
gestionar y difundir los intercambios.
Y, sin embargo, y como es de
sobra conocido, tal no ha sido el caso. A veces se ha señalado que
la explicación quizás pudiera estar en la ética cristiana o, más
explícitamente, la ética católica si queremos aceptar con Max
Weber el papel del protestantismo en la valoración social de los
comerciantes, pero tal supuesto casa difícilmente con lo que nos
cuenta Finley. Los griegos de aquella época, lo siglos XI y X antes
de Cristo, despreciaban a quienes se dedicaban al comercio, como por
ejemplo los fenicios, “ilustres en la navegación, pero falaces”.
Finlay subraya que “la piedra de toque de lo que era aceptable y de
lo que no era, no estaba en el acto del trato comercial, sino en la
situación social del comerciante y en su modo de hacer la
transacción”(81). El desprecio al comerciante y a sus modos de
proceder considerados como engañosos, no directos como la rapiña
descarada que fue bien vista hasta tiempos recientes, suscita la
cuestión de si hay algo debajo, subhistórico, por así decirlo, o intrahistórico, como decía don Miguel de Unamuno.
Viene aquí bien al caso las tesis de
Mary Douglas (Purity
and Danger)
donde establece que en toda sociedad es lo que ocupa las posiciones
intermedias lo que es considerado monstruoso y por ende despreciable.
Lo ha sido siempre, por ejemplo, la serpiente que, sin patas como los peces, repta
por la tierra. Lo han sido también los hermafroditas, siempre discriminados como seres diabólicos. Ahora bien ¿pudiera acaso ser el desprecio por los
mercaderes otro ejemplo de esa repulsión hacia lo ambiguo? A fin de
cuentas, el mercader ni era un trabajador asociado o ligado a la
tierra ni era un caballero o noble que usaba de la violencia.
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