Uno de los axiomas que se
predican del hombre económico y de cuyo cumplimiento se sigue el
calificativo de racional que se le aplica a su comportamiento es el
axioma de no saturación débil que vendría a decir que siempre hay
al menos algo de lo que se desea tener más.
En este axioma se
traduciría, pues, la idea de que el ser humano siempre está
necesitado de algo o de algo más, inextinguible sed de más o nuevas
satisfacciones que justificaría por sí sola la necesidad del
crecimiento económico y del progreso técnico, erigidos en criterios
de valor –quizás no únicos, pero sí determinantes- de la bondad
o pertinencia de la Política.
Frente a este axioma y sus
consecuencias, se alza la respuesta que –según cuenta Luis
Racionero en El
Mediterráneo y los bárbaros del Norte-
dio Josep Pla al editor de una revista norteamericana que le ofrecía
un suculento contrato por participar escribiendo artículos en la
misma. Respondió Pla a esta propuesta que no podía aceptar la oferta pues tanto
dinero le desequilibraría el presupuesto.
Cuán racional
es esa actitud que a partir de unas necesidades busca el cómo
encontrar la forma de satisfacerlas frente a la clara irracionalidad
del homo oeconomicus “racional” que aparece en los libros de
texto de Economía y que, en consonancia con el axioma de no
saturación, siempre aceptaría un incremento en su presupuesto
aunque ello le obligue luego a buscar frenéticamente nuevas
necesidades que cubrir en las que gastarse sus mayores ingresos.
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