El ansia que parece mover a
los contemporáneos por alcanzar el status de famosos o aún el de
“famosete”, de aparecer en pantalla incluso ridiculizado, parece
tener algo que ver con el hecho de que nuestra posición en aquellas
actividades por las que somos valorados por los demás en el mundo
del mercado, es decir, por nuestro trabajo, es cada vez más anónima,
como consecuencia de que nuestro trabajo se dirige a un mercado tan
lejano que no conocemos a quienes desean los productos que hacemos, a
la vez que la estandarizacion nos hace mas reemplazables. Frente a
esa pérdida de nombre social, frente a ese ser desconocidos, qué
mejor remedio que aparecer en los medios de comunicación aunque solo
sea diez o quince minutos como propugnaba Andy Warhol
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De las edades para el amor y el odio
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